Víctor González Acosta es el ideólogo del eje corporativo sobre la avenida Aviadores del Chaco, cuyo objetivo, con su último proyecto, el World Trade Center, es mostrar al mundo un país globalizado que intenta articularse al orbe
Por Miguela Lombardo
mlombardo@uhora.com.py
Como todo emprendedor, el arquitecto Víctor González Acosta piensa que el gran desafío para emprender es atreverse a soñar que se puede, porque detrás del sueño viene la pasión y luego la determinación y detrás de todo eso, el resultado. Es el noveno de 11 hermanos, proviene de una típica familia paraguaya. Su formación académica, tanto en la educación primaria, secundaria y universitaria lo hizo en instituciones públicas, lo que compromete aportar más ideas para el desarrollar el país.
–Cuál es su formación profesional?
–Soy arquitecto recibido en la Universidad Nacional de Asunción. En unas vacaciones, necesitaba trabajar y lo hice con una compañía americana y ese trabajo me llevó a conectarme con otras y terminé trabajando 18 años con empresas internacionales. Ahí aprendí lo que después desarrollamos como primer trabajo profesional, hasta que pude formar González Acosta & Wood, con mi socio el arquitecto Wood, e instalar, por primera vez en Paraguay, el concepto del management de la gestión en la construcción.
–¿Cómo fueron sus inicios?
–Cuando decidimos empezar a desarrollar emprendimientos propios. El primero fue el condominio de viviendas Village Plaza, donde vivo hasta ahora con mi familia; y algunos edificios de departamentos. Cuando eso fue creciendo invitamos a un grupo de personas a conformar esta empresa que construyó el Sheraton; luego conformamos Capitalis, que fue la empresa responsable de todo el eje corporativo y del World Trade Center. En la medida de la visión y de seguir soñando con otras cosas, fuimos siendo parte de otros emprendimientos, como la empresa de internet Planet, Paraguay Trade Fairs, Aloft y una serie de cosas que tienen un eje común: detrás de cada uno hay un propósito.
–¿Cómo se entiende eso?
–El Sheraton tuvo el propósito de instalar en Paraguay la primera cadena internacional de hoteles; el World Trade Center, más allá de los ladrillos, para mí lo más importante es que se va a constituir en una herramienta para abrir el Paraguay al mundo porque estoy convencido de que un país pequeño, mediterráneo, con poca población como el nuestro, necesita del mundo.
–¿Qué lo movió a ser empresario?
–Fundamentalmente primó la voluntad de contribuir con el país. Cuando terminé de trabajar con algunas compañías internacionales en la gestión de management, me metí de lleno a trabajar como voluntario en el Encuentro Nacional y eso me sirvió para llegar a la conclusión de que no sirvo para la política. A partir de ahí, empecé a usar mi conocimiento para ir creando emprendimientos porque, en definitiva, antes que las empresas está el pensamiento de un emprendedor, de llevar adelante proyectos, ideas y, en mi caso, mi motor principal son mis propósitos, siempre.
–¿Cuál fue la clave para cumplir con sus propósitos?
–Tengo la certeza del valor del trabajo en equipo, del liderazgo compartido. En mi caso es muy poco lo que pude haber hecho solo; todo lo realizado es gracias al trabajo y compromiso de mis socios, de los profesionales, técnicos y personal de cada obra o emprendimiento que llevamos adelante. Al final, yo hago la parte más fácil: soñar e impulsar con pasión y determinación cada uno de los proyectos que encaramos. Creo que el trabajo en equipo es la clave.
–¿Hay una experiencia que le marcó como persona?
–Para mí, está absolutamente claro que lo que marcó es la familia. Lo mejor de los valores y principios que rigen mi vida lo recibí de mi familia, de mis padres y creo que eso marcó profundamente mi vida. Somos un poco como los árboles, somos fuerte en la medida de nuestras raíces: si son fuertes lo seremos para encarar la vida, para dejar un legado, para ser un instrumento y servir a la comunidad como debe ser.
–¿Otro punto que marca su filosofía de vida?
–El dinero es una cuestión absolutamente complementaria; el dinero puede terminar, pero los principios y valores son los que engrandecen a las naciones, a las empresas y a las personas. Eso es fundamental.
–¿Qué puede destacar de su experiencia profesional?
–En este grupo de personas de gran calidad del que tengo la suerte de formar parte, hemos tomado decisiones que son geniales y siempre se tomaron por consenso. Por más comprometido que esté lo material, siempre las decisiones son acordadas entre todos. Todo eso hace una diferencia, un punto de inflexión, entre una empresa y otra.
–¿Cómo se define Víctor González Acosta fuera del ámbito de los negocios?
–Quiero ser un ciudadano útil. Me formé en una escuela pública, en un colegio público y en una universidad pública, y lo menos que puedo hacer es devolverle a la sociedad todo lo que me dio. Por eso, estoy comprometido desde la empresa y la sociedad civil en todo lo que puedo y lo hago con mucha pasión, por eso no me cansa.
–¿Recuerda una anécdota?
–Cuando construíamos el hotel cayeron los bancos y en consecuencia, nuestras líneas de crédito. Teníamos dos caminos: lamentarnos por la situación o tratar de ser creativos y pensar en opciones. En ese momento éramos un hotel Four Point, no éramos un Sheraton, y aprovechamos para repensar el producto, mejoramos el proyecto, agregamos el servicio en la terraza, el spa y en esos días llegaba el director para América Latina a recorrer el edificio y nos dice que mejoró mucho. Se fue con esa idea y una semana después recibimos la noticia de que pasamos de ser un Four Point a un Sheraton. La moraleja es: los problemas son verdaderas oportunidades. Cuando el propósito es claro, las barreras o problemas son oportunidades de mejora. Siempre son oportunidades: depende de cómo uno lo mire, puede ser una fatalidad o una oportunidad.
mlombardo@uhora.com.py
Como todo emprendedor, el arquitecto Víctor González Acosta piensa que el gran desafío para emprender es atreverse a soñar que se puede, porque detrás del sueño viene la pasión y luego la determinación y detrás de todo eso, el resultado. Es el noveno de 11 hermanos, proviene de una típica familia paraguaya. Su formación académica, tanto en la educación primaria, secundaria y universitaria lo hizo en instituciones públicas, lo que compromete aportar más ideas para el desarrollar el país.
–Cuál es su formación profesional?
–Soy arquitecto recibido en la Universidad Nacional de Asunción. En unas vacaciones, necesitaba trabajar y lo hice con una compañía americana y ese trabajo me llevó a conectarme con otras y terminé trabajando 18 años con empresas internacionales. Ahí aprendí lo que después desarrollamos como primer trabajo profesional, hasta que pude formar González Acosta & Wood, con mi socio el arquitecto Wood, e instalar, por primera vez en Paraguay, el concepto del management de la gestión en la construcción.
–¿Cómo fueron sus inicios?
–Cuando decidimos empezar a desarrollar emprendimientos propios. El primero fue el condominio de viviendas Village Plaza, donde vivo hasta ahora con mi familia; y algunos edificios de departamentos. Cuando eso fue creciendo invitamos a un grupo de personas a conformar esta empresa que construyó el Sheraton; luego conformamos Capitalis, que fue la empresa responsable de todo el eje corporativo y del World Trade Center. En la medida de la visión y de seguir soñando con otras cosas, fuimos siendo parte de otros emprendimientos, como la empresa de internet Planet, Paraguay Trade Fairs, Aloft y una serie de cosas que tienen un eje común: detrás de cada uno hay un propósito.
–¿Cómo se entiende eso?
–El Sheraton tuvo el propósito de instalar en Paraguay la primera cadena internacional de hoteles; el World Trade Center, más allá de los ladrillos, para mí lo más importante es que se va a constituir en una herramienta para abrir el Paraguay al mundo porque estoy convencido de que un país pequeño, mediterráneo, con poca población como el nuestro, necesita del mundo.
–¿Qué lo movió a ser empresario?
–Fundamentalmente primó la voluntad de contribuir con el país. Cuando terminé de trabajar con algunas compañías internacionales en la gestión de management, me metí de lleno a trabajar como voluntario en el Encuentro Nacional y eso me sirvió para llegar a la conclusión de que no sirvo para la política. A partir de ahí, empecé a usar mi conocimiento para ir creando emprendimientos porque, en definitiva, antes que las empresas está el pensamiento de un emprendedor, de llevar adelante proyectos, ideas y, en mi caso, mi motor principal son mis propósitos, siempre.
–¿Cuál fue la clave para cumplir con sus propósitos?
–Tengo la certeza del valor del trabajo en equipo, del liderazgo compartido. En mi caso es muy poco lo que pude haber hecho solo; todo lo realizado es gracias al trabajo y compromiso de mis socios, de los profesionales, técnicos y personal de cada obra o emprendimiento que llevamos adelante. Al final, yo hago la parte más fácil: soñar e impulsar con pasión y determinación cada uno de los proyectos que encaramos. Creo que el trabajo en equipo es la clave.
–¿Hay una experiencia que le marcó como persona?
–Para mí, está absolutamente claro que lo que marcó es la familia. Lo mejor de los valores y principios que rigen mi vida lo recibí de mi familia, de mis padres y creo que eso marcó profundamente mi vida. Somos un poco como los árboles, somos fuerte en la medida de nuestras raíces: si son fuertes lo seremos para encarar la vida, para dejar un legado, para ser un instrumento y servir a la comunidad como debe ser.
–¿Otro punto que marca su filosofía de vida?
–El dinero es una cuestión absolutamente complementaria; el dinero puede terminar, pero los principios y valores son los que engrandecen a las naciones, a las empresas y a las personas. Eso es fundamental.
–¿Qué puede destacar de su experiencia profesional?
–En este grupo de personas de gran calidad del que tengo la suerte de formar parte, hemos tomado decisiones que son geniales y siempre se tomaron por consenso. Por más comprometido que esté lo material, siempre las decisiones son acordadas entre todos. Todo eso hace una diferencia, un punto de inflexión, entre una empresa y otra.
–¿Cómo se define Víctor González Acosta fuera del ámbito de los negocios?
–Quiero ser un ciudadano útil. Me formé en una escuela pública, en un colegio público y en una universidad pública, y lo menos que puedo hacer es devolverle a la sociedad todo lo que me dio. Por eso, estoy comprometido desde la empresa y la sociedad civil en todo lo que puedo y lo hago con mucha pasión, por eso no me cansa.
–¿Recuerda una anécdota?
–Cuando construíamos el hotel cayeron los bancos y en consecuencia, nuestras líneas de crédito. Teníamos dos caminos: lamentarnos por la situación o tratar de ser creativos y pensar en opciones. En ese momento éramos un hotel Four Point, no éramos un Sheraton, y aprovechamos para repensar el producto, mejoramos el proyecto, agregamos el servicio en la terraza, el spa y en esos días llegaba el director para América Latina a recorrer el edificio y nos dice que mejoró mucho. Se fue con esa idea y una semana después recibimos la noticia de que pasamos de ser un Four Point a un Sheraton. La moraleja es: los problemas son verdaderas oportunidades. Cuando el propósito es claro, las barreras o problemas son oportunidades de mejora. Siempre son oportunidades: depende de cómo uno lo mire, puede ser una fatalidad o una oportunidad.
Fuente: Ultima Hora
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