Prevención. Las empresas deben analizar constantemente su clima laboral para saber qué medidas correctivas ir tomando.
Los trabajadores con mal humor (el mala onda), los que pierden tiempo y no son productivos y los que mienten o son desleales son los que menos chances tienen de permanecer como empleados en las empresas locales.
Los empleados con estos
perfiles afectan el clima laboral de los grupos de trabajo, hacen perder
el tiempo o distraen a los que sí trabajan y no demuestran un
compromiso con la empresa, señaló Patricia Dos Santos, directora de
Jobs, Recursos Humanos.
“Sin temor a equivocarme, el primero de la lista de empleados que nadie quiere tener es el argel, como le decimos en Paraguay al que no pone buena onda, no tiene predisposición, que pone de mal humor y no genera un buen ambiente de trabajo. En Paraguay estamos dispuestos a aceptar personas con poca productividad, pero no a las que afectan el clima de trabajo con su mal humor”, explicó.
Entre los perfiles que nadie quiere emplear, Dos Santos citó el mal carácter (argel) en primer lugar, seguido de la baja productividad, la deshonestidad y la falta de destreza. Recordó que en Paraguay hay mucho más personas para ocupar puestos de trabajo que vacancia laboral, por lo que los empleados con estos perfiles deben ser cambiados para no descomponer el clima laboral.
“Hay filas de personas para ocupar sus puestos; los empresarios están más dispuestos a desprenderse de ellos, que tienen capacidad pero no tienen oportunidad”, sostuvo.
Negativo. Otro perfil es el de los disconformes constantes, que se quejan continuamente, tienen escasa entrega y no aportan ideas, sino se pasan quejando, agregó Silvia Gill, también experta en RRHH.
Agregó que a los empleados con actitud negativa, que no saben trabajar en equipo, que ponen trabas, no quieren seguir instrucciones y políticas ya definidas en la empresa, no es fácil incentivarlos porque ponen mala cara a las iniciativas; no les gustan los eventos de integración, incluso boicotean algunas iniciativas con su estado de ánimo, contagiando a los demás”, dijo.
Entre estos se encuentran los empleados que no se comprometen con su empresa y están convencidos de que las otras pagan mejor por un puesto similar. “Esas personas van trasladando esa conducta a otra empresa porque piensan que en la competencia se trabaja mejor, que las actividades son equitativas. Van cambiando y siguen con la misma conducta”, señaló.
Las empresas deben implementar planes de incentivos, medir el desempeño y premiar a los de niveles elevados, porque son seres emocionales, que sienten que la empresa les valora, que reconoce sus esfuerzos, que hay equidad y justicia dentro de la empresa.
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Fuente de la Noticia: Ultima Hora
“Sin temor a equivocarme, el primero de la lista de empleados que nadie quiere tener es el argel, como le decimos en Paraguay al que no pone buena onda, no tiene predisposición, que pone de mal humor y no genera un buen ambiente de trabajo. En Paraguay estamos dispuestos a aceptar personas con poca productividad, pero no a las que afectan el clima de trabajo con su mal humor”, explicó.
Entre los perfiles que nadie quiere emplear, Dos Santos citó el mal carácter (argel) en primer lugar, seguido de la baja productividad, la deshonestidad y la falta de destreza. Recordó que en Paraguay hay mucho más personas para ocupar puestos de trabajo que vacancia laboral, por lo que los empleados con estos perfiles deben ser cambiados para no descomponer el clima laboral.
“Hay filas de personas para ocupar sus puestos; los empresarios están más dispuestos a desprenderse de ellos, que tienen capacidad pero no tienen oportunidad”, sostuvo.
Negativo. Otro perfil es el de los disconformes constantes, que se quejan continuamente, tienen escasa entrega y no aportan ideas, sino se pasan quejando, agregó Silvia Gill, también experta en RRHH.
Agregó que a los empleados con actitud negativa, que no saben trabajar en equipo, que ponen trabas, no quieren seguir instrucciones y políticas ya definidas en la empresa, no es fácil incentivarlos porque ponen mala cara a las iniciativas; no les gustan los eventos de integración, incluso boicotean algunas iniciativas con su estado de ánimo, contagiando a los demás”, dijo.
Entre estos se encuentran los empleados que no se comprometen con su empresa y están convencidos de que las otras pagan mejor por un puesto similar. “Esas personas van trasladando esa conducta a otra empresa porque piensan que en la competencia se trabaja mejor, que las actividades son equitativas. Van cambiando y siguen con la misma conducta”, señaló.
Las empresas deben implementar planes de incentivos, medir el desempeño y premiar a los de niveles elevados, porque son seres emocionales, que sienten que la empresa les valora, que reconoce sus esfuerzos, que hay equidad y justicia dentro de la empresa.
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