Un total de 49 paraguayos trabajan actualmente en Dubái, reclutados por
Emirates Airlines. Una de ellas, Karen Kronas Figueredo (29), acaba de
regresar para concluir su carrera y habla de su experiencia.
Dos años atrás, Karen Kronas estaba cursando Licenciatura en Lengua Extranjera (Inglés) en el Instituto Superior de Educación y tenía alumnos en el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC) cuando tuvo la ocasión de presentarse a una selección de personal de tripulación para Emirates Airlines en nuestro país.
Su inglés fue fundamental, junto con otros requisitos como sociabilidad, experiencia laboral previa en cualquier ámbito y capacidad de resolver problemas. Así pudo ser una de las ocho seleccionadas de un grupo de 120 postulantes que se presentaron en esa convocatoria de febrero de 2012. La aerolínea recluta personal en Paraguay desde el 2006 y hoy día son 49 compatriotas los que trabajan en su Hub de Emiratos Árabes Unidos. Uno de ellos es Airport Manager, otro trabaja en el call center y el resto son tripulantes.
El 5 de setiembre de 2012 Karen Kronas partió rumbo a Dubái, donde comenzaba una nueva vida totalmente diferente a la que acostumbraba. Decidió regresar para concluir sus estudios tras un año, tres meses y 24 días.
“El trabajo es bastante interesante por el contacto con gente de diversas culturas. Aprendés muchísimo. También trabajás con gente que te pone a prueba en cada vuelo. Llegar a Dubái para mí fue un shock cultural. Es como estar en una película de ciencia ficción, porque es una ciudad muy moderna al igual que la compañía en sí”, empieza a relatar.
La joven profesora de inglés se formó como azafata en el Emirates Training College, donde hizo un curso de dos meses. Fue calificada para tripular los aviones Airbus A-380 y Boeing 777.
Realizó más de cien vuelos a unos 20 destinos en los cinco continentes: Londres, Munich, Madrid y Praga, en Europa; Shanghái, Beijing, Seúl, Manila, Vietnam, Kuala Lumpur, Singapur, Delhi, Moscú y ciudades de Pakistán en Asia; Nueva York, en Estados Unidos; Johannesburgo, Ciudad del Cabo y Casablanca, en África; Melbourne y Auckland, en Australia.
La compatriota tuvo ocasión de coincidir en sus viajes con otros paraguayos que formaban parte de la tripulación, aunque en todo este tiempo no le cupo encontrar a ningún compatriota como pasajero.
Desde Sudamérica los que más viajan a los Emiratos Árabes son los brasileños y los argentinos.
Aparte de conocer los lugares visitados, los miembros de la tripulación gozan de muchos beneficios como descuentos en las tiendas, hospedaje, alimentación y transporte en Dubái. El salario queda prácticamente libre de gastos. El cambio es de 1 dirham por cada 1.280 guaraníes, lo que significa que no es un destino turístico inalcanzable para nosotros.
Su presencia en la aerolínea fue muy valorada por sus colegas azafatas, en su mayoría europeas, pues hacía de intérprete a los españoles que viajan bastante a Bangkok, vía Dubái.
¿Es difícil adaptarse? Al principio –responde– es muy grande el choque cultural, pues si bien Dubái es uno de los emiratos más abiertos, la influencia religiosa es muy fuerte y se traduce en la vestimenta y muchas costumbres que hay que asimilar. “Los compañeros de trabajo se vuelven tu familia más cercana y con ellos compartís, reís y llorás, como en la Navidad y Año Nuevo 2013 frente al célebre edificio del Burj Khalifa”.
La vida de una azafata es fascinante, pero no todo es glamour. “Es muy sacrificada y causa mucho estrés. Los vuelos varían mucho de horario, hay que alimentarse bien, cuidarse mucho la piel, estar saludable porque es un enorme esfuerzo físico y mental: si te toca un vuelo a las 03:00 de la madrugada hay que levantarse cuatro horas antes para prepararse. Tras un vuelo largo te recomiendan dormir unas diez horas y hacer ejercicios, para aguantar el ritmo”.
A bordo de los A380 viajan 427 pasajeros en clase económica y suman 470 con la Ejecutiva y Primera Clase. “Los vuelos de Dubái a Londres siempre están llenos, duran casi siete horas y para cuando uno se da cuenta, ya llegó a destino”, cuenta.
Como resultado de su experiencia asegura haber cumplido el sueño de viajar por el mundo. También trae una recomendación: “El inglés abre las puertas, y si los jóvenes se animan, adelante, pero deben ponerse un objetivo: no vale la pena ir por unos meses, sino un año o más. A los de familia muy cerrada les cuesta muchísimo desprenderse, pero si hay un objetivo definido, una meta, se puede afrontar el desafío de vivir en Dubái”
Fuente: ABC Color
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